La psicología tiene cuatro áreasde aplicación (psicopedagogía, clínica, laboral y social). Todas ellas han sido influenciadas por las grandes escuelas o teorías clásicas de la psicología: estructuralismo, funcionalismo, psicoanálisis, conductismo, cognitivismo, psicología Gestalt, humanismo y psicología sistémica. Cada una con visiones y aproximaciones distintas a la conducta humana.
Solo tres de ellas: psicoanálisis, conductismo y humanismo; han desarrollado aproximaciones psicoterapéuticas trascendentes para nuestro tiempo y se les denomina las tres fuerzas de la psicología.
La primera fuerza es la teoría presentada por Sigmund Freud, que propone la existencia de la parte inconsciente de la mente y establece que la conducta humana perceptible proviene de una serie de eventos dinámicos que suceden entre la parte consciente e inconsciente de la mente.
Asegura que la libido o energía sexual es la única fuente real para los mecanismos psíquicos y describe las etapas de desarrollo psicosexual de todo individuo. Esta tesis sostiene que lo vivido en la infancia será determinante en la vida adulta del ser humano —Infancia es destino—.
La segunda fuerza de la psicología es el conductismo. Esta escuela se centra, exclusivamente en la conducta del individuo, dejando atrás sus motivaciones, deseos y todo aquello que ocurre dentro de su psique.
Uno de sus principales exponentes es John B. Watson quién se basó en los trabajos de condicionamiento clásico (Iván Pávlov) y operante (Edward Thorndike), para el desarrollo de las técnicas modificadoras de conducta.
El método terapéutico que propone a través del estímulo-respuesta. La retroalimentación ante la conducta debe llevarla a cabo el terapeuta, la familia con el objeto de mitigar o asegurar la conducta del paciente. Algo así como entrenamiento animal. El mismo Watson aseveraba: «Denme un niño y lo convertiré en lo que yo desee».
La tercera fuerza, el humanismo, comienza como un movimiento más que como un método terapéutico. Tras el reduccionismo implícito en las escuelas anteriores, Abraham Maslow y otros teóricos, gestaron nuevas ideas para regresarle al ser humano su carácter de ser humano.
Es decir, trascender el determinismo psicoanalítico y el aminoramiento del conductismo para regresarnos la capacidad de decisión y elección; la integración de nuestro cuerpo, mente y corazón emocional; el poder de transformación de nosotros mismos y de nuestras relaciones y reconocer el contexto sistémico como parte fundamental de nuestro desarrollo para centrarse en la experiencia interna del ser humano.
Esta escuela se basa en la filosofía existencial e incluye ciertas aportaciones de las otras dos escuelas. A su vez, está integrada por varias posturas psicológicas y psicoterapéuticas como la terapia centrada en el cliente de Carl Rogers; la terapia Gestalt de Fritz Perls y la logoterapia de Viktor Frankl, entre otras.
Durante los últimos años, las nuevas posturas del ser humano como un ente bio-psico-socio-espiritual han derivado en la aparición de la psicología transpersonal como cuarta fuerza de la psicología.
Esta escuela tiene como característica la consideración del ámbito espiritual del ser humano. Ken Wilber y Stanislav Grof son, sin duda, los primeros en describir el carácter transpersonal del ser humano como parte de su desarrollo y evolución.
Hoy son varias las propuestas que pertenecen a esta escuela: las constelaciones familiares, la terapia de regresión a vidas pasadas, las terapias energéticas a través de energías celestes, la hiperventilación holotrópica y el rebirthing.
Aún falta una consolidación en un todo coherente de todas estas propuestas.
Actualmente, muchas de las propuestas transpersonales se identifican a sí mismas como superiores a las de la tercera fuerza. Al hacerlo, dejan de lado los componentes emocionales y psíquicos, centrándose exclusivamente en la conciencia transpersonal. Ello constituye un gran error, ya que la manifestación de la conciencia transpersonal es y debe ser, una consecuencia, no una búsqueda neurótica.
Recordemos que somos seres espirituales viviendo vidas humanas, vivamos la vida humana.